Hacíamos
referencia al apasionado amor que unió en
matrimonio a
Natividad Alvarez, “Nati la Bilbainita”y a José Antonio Arechavala Hurtado de
Mendoza, rico hacendado de Gordexola.
La unión se deshizo pronto, pues, tragedia de por medio, ella murió por culpa de un mal parto.
La unión se deshizo pronto, pues, tragedia de por medio, ella murió por culpa de un mal parto.
Sin embargo,
la familia Arechavala alcanzó por otro motivo una alta cotización en los ecos
de sociedad.
Dueña de una
gran fortuna, sus bienes provinieron, fundamentalmente, de las sustanciosas rentas
obtenidas a cuenta de la factoría “La Vizcaya”, instalada en la localidad
cubana de Cárdenas, donde se producía el apreciadísimo Ron Arechavala. Su fundador,
don José Arechavala Aldama, casó con doña Carmen Hurtado de Mendoza y García.
Castellana Nº 19
Palacio de la viuda de jose Arechavala donde se caso su nieta con enl torero
Entre otros descendientes, al margen José Antonio, tuvo a Ignacia Gloria Arechavala,luego flamante esposa del torero de moda: Antonio Márquez, más conocido como “El Belmonte rubio.
Castellana Nº 19
Palacio de la viuda de jose Arechavala donde se caso su nieta con enl torero
Entre otros descendientes, al margen José Antonio, tuvo a Ignacia Gloria Arechavala,luego flamante esposa del torero de moda: Antonio Márquez, más conocido como “El Belmonte rubio.
Hablamos
también otro matrimonio deshecho, puesto que el matador acabaría abandonando a
su esposa para convertirse en la pareja de la cantante Concha Piquer.
Bilbao fue
escenario de algunos de los lances –hablando de torero, ¿cabría mejor
calificativo?–protagonizados por el espada y la artista.
Márquez y Bilbao
Antonio
Márquez actuó en Bilbao, fundamentalmente, entre los años 1924 y 1932. Su toreo
artístico, pausado y pleno de dominio, parece ser que gustó mucho a nuestros aficionados
de la época.
Fue en la
Semana Grande de 1925 donde destacó de manera clara, junto a Martín Agüero y al
Niño de la Palma. Un año después intervino en tres de las corridas generales,
Y en 1927,
el año en que acabaría casándose con Ignacia Gloria–¿casualidad o es que la
familia de ella hizo lo imposible ante la Junta Administrativa?–, participó nada
menos que en seis festejos, cuatro de ello correspondientes al cartel agosteño.
A pesar de todo, su actuación, globalmente considerada, no pasó de discreta.
Sin embargo,
los años siguientes sí que le sirvieron para destacar sin ninguna discusión.
Así, en 1928sobresalió por su arte fino y elegante y su insuperable manejo del capote.
Cuando la nueva temporada, intervino también en dos corridas de feria y
derrochó tronío y entrega. Ya en la cuesta abajo de su carrera, en 1931 sólo
toreó el 3 de mayo, fuera de fiestas, manifestándose muy artista en sus dos enemigos,
y el 26 de junio de1932, con motivo de celebrarse un festival del Taurino, fue
peón de lujo, junto con “Torquito”, para el inolvidable jugador del Athletic Germán
Echevarría “Maneras”, así apelado por el garbo postinero que exhibía cuando
paseaba por Bilbao.
De momento,
se nos esconde cuándo y cómo torero y rica heredera se conocieron. Puede ser que
ello sucediera en Madrid, ciudad de residencia de los Arechavala, aunque tampoco
puede descartarse que de aquella amistad primera naciera un amor forjado en Gordexola, en Villa Carmen, el magnífico casón indiano de la familia. La
presencia de Márquez en Bilbao en fechas veraniegas, por motivos puramente profesionales,
hubiera facilitado el contacto.
A primeros
de diciembre de 1927, las revistas de sociedad,
“Mundo
Gráfico” entre ellas, publicaban la noticia de que el popular y valiente
diestro madrileño Antonio Márquez contraería, en breve, matrimonio con su bella
prometida, la cubana señorita Ignacia de Arechavala, el día 8 de aquel mes. Los
esponsales se llevaron a cabo en la capilla particular del palacio de la señora
viuda de Arechavala,en Paseo de
la Castellana,19.
Bendijo la unión el sacerdote don Florencio Gil, amigo íntimo
de la familia, apadrinaron a los contrayentes doña Carmen deArechavala y don Francisco
Márquez, padre del novio. Firmaron el acta como testigos don José Antonio y don
José Arechavala, el marqués de Bolarque, don Fernando Urquijo, y don Fulgencio Lozano, en representación del
popular primer actor Valeriano León, íntimo amigo del novio. terminada la ceremonia,
los invitados, entre los que figuraban muchos artistas, escritores y amigos de
los nuevos esposos, se trasladaron al reputadísimo Hotel Ritz, donde fueron
obsequiados con un espléndido “lunch”.
En diciembre
de 1928, la pareja se veía premiada con el nacimiento de un hijo, que recibía
el nombre de José Antonio, como muestra de cariño a su tío materno.
Parece que
el primer encuentro entre el torero y la cantante Concha Piquer tuvo lugar poco
después, en 1929, en Madrid, cuando se celebraba un baile de máscaras.
A partir de
entonces, el amor todo lo pudo. Claro que Márquez seguía unido legalmente a
Ignacia, la “cubana”, aunque no viviera con ella sino con la artista valenciana
y cuando la
República aprobó el divorcio llegó el franquismo para abolirlo. Total, resultó
imposible que los papeles se arreglaran.
Concha Piquer y Antonio Marquez, una situacion dificil en una epoca en la que mantener su relacion estaba mal visto. Un viaje
a la Argentina puso distancia en los acontecimientos
Nace “la otra”
Desde
entonces, la Piquer pasó a ser “la otra”. Y es que el público, que se sabía de
memoria el idilio, no dejaba de llenar los teatros donde actuaba la intérprete.
Lo cuenta
Manuel Román
en su libro Memoria de la copla: “Se presentó (Concha Piquer) en el
teatro Fontalba con Retablo español, el año 1943, estrenando No me
quieras tanto, Lola Clavijo y, entre otras hermosas canciones, Romance
de la Otra. Parecía un trasunto de su propia vida sentimental.
El
estribillo de esa farruca de Quiroga, con letra de Rafael de León, rezaba: “Yo
soy la otra, la otra, y a nada tengo derecho, porque no tengo un anillo con una
fecha por dentro...” Concha Piquer tampoco podía llevar anillo de casada”.
Versión por
versión, tampoco es de despreciar la de Antonio Burgos sobre el papel de “la otra”,
la mujer oficial que se siente despreciada, que tal fue el caso de la
Arechavala:
“En diversos
acontecimientos he podido comprobar que ahora “la otra “es la primera mujer. La
que se casó con los papeles bajo el brazo. La que tiene el primer anillo de la
primera boda. De la que nadie habla.
Mujeres
abnegadas, sufridas, que pasaron en su juventud los tiempos más duros y
adversos.”
El 1 de
septiembre de 1944, la Piquer y Márquez embarcaron en el puerto de Bilbao con
destino a la
Argentina.
Debía llevar a cabo allí una gira prolongada, por una parte debido al éxito que
tenía en aquellas tierras y también porque estaba embarazada. No siendo la esposa
del torero, su vuelta podía reportarle algún que otro disgusto, vista la moral imperante
en la época. La niña, hoy Concha Márquez Piquer, nació en Buenos Aires el 31 de
diciembre de1945.
Consultando
el tomo primero de Cafés parlantes de Bilbao, en el capítulo
correspondiente a La Concordia, puede leerse lo que Elías Segovia, promotor y
dueño de tan afamado establecimiento, decía al respecto: “Elías Segovia fue el
encubridor de los amores prohibidos que durante muchos años mantuvieron la artista
y Antonio Márquez, el torero rubio. Cuando ella cantaba en el
Campos, nuestro barman se las apañaba para organizar el encuentro en un saloncito privado de La Concordia. Ambos entraban y salían por diferente sitio. –Una gran mujer.
Recuerdo que al poco de tener la niña, que se llama como ella, Conchita, vino a Bilbao para luego embarcarse en Santander, porque tenía que cumplir una serie de contratos en América.
Campos, nuestro barman se las apañaba para organizar el encuentro en un saloncito privado de La Concordia. Ambos entraban y salían por diferente sitio. –Una gran mujer.
Recuerdo que al poco de tener la niña, que se llama como ella, Conchita, vino a Bilbao para luego embarcarse en Santander, porque tenía que cumplir una serie de contratos en América.
No sé cómo
ocurrió ni qué pintaba yo en todo ello, pero me pidió que, por favor, llevara a
la niña en su capazo hasta el mismo barco. Cogí un taxi y así lo hice.
Cuando la
chica se casó con Curro Romero, estuve invitado a la boda.
Ya digo.
Estupenda cantante y magnífica mujer”.
Por dar pie
a la ironía, se cuenta que a Márquez nunca le gustó el ron, que lo suyo siempre
fue la cazalla
Romance de la
cubana y el torero
Antonio Márquez,
el torero rubio, casó con Ignacia de
Arechavala, de
acaudalada familia indiana, natural de Gordexola
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